La pérdida de fuerza repentina en extremidades, la dificultad para hablar, para sonreír o coordinar movimientos acostumbran a ser los síntomas más evidentes de que una persona está sufriendo un accidente cerebrovascular. También se conoce como ictus, embolia o apoplejía.
En nuestro país, el ictus afecta cada año a unas 130.000 personas, de las cuales un 30% fallece y un 30% queda con algún tipo de discapacidad. Actualmente es la segunda causa de mortalidad en España, la primera en las mujeres. Esta enfermedad es más frecuente a partir de los 55 años y su riesgo aumenta proporcionalmente con la edad, aunque también puede afectar a pacientes jóvenes e incluso a niños.
Un accidente cerebrovascular o ictus es una enfermedad que afecta al cerebro por la disminución u obstrucción de la sangre que llega hasta él. Las neuronas (células nerviosas) al no llegarles sangre tampoco les llega oxígeno y dejan de funcionar.
Puede ser provocado por un coágulo que obstruye el paso de la sangre hacia el cerebro (ictus isquémico) o bien por una hemorragia por la rotura de un vaso cerebral (ictus hemorrágico). Aproximadamente el 85% de los ictus son isquémicos y el 15% hemorrágicos.
La identificación inmediata de estos síntomas es crucial para la evolución del enfermo:
La aparición del ictus se asocia a diferentes factores de riesgo, la mayoría de ellos evitables con una adecuada prevención. El control de los factores de riesgo es fundamental en la lucha contra esta patología. Toma nota de algunos consejos:
Ante la presencia de alguno de los síntomas característicos, llama al 1-1-2 inmediatamente y sigue los consejos del personal sanitario. La rápida actuación de los Servicios de Emergencia es fundamental para la recuperación de lesiones en los pacientes que presentan un ictus.
BIBLIOGRAFÍA